Excelentísima Señora Yaira Jiménez Roig,
Permítame llamarla de esta manera y adelantarme a los acontecimientos porque si de todos estamos seguros es de que su representación teatral tratando de explicar lo inexplicable, merece que la releven de su cargo de directora de comunicación e imagen de la cancillería cubana que ocupa desde el 2017 y le ofrezcan al menos un puesto de embajadora en cualquier país de medio pelo. A pulso se lo ha ganado por manipular, mentir y por vestir de autodefensa un acto de una vileza y una maldad que es difícil de igualar. Y seguro que se preguntará el por qué no merece que la ubiquen de embajadora en un país sabrosón de Europa donde se puede estar de lo más tranquila. Pues estimada vocera y permítame llamarla con el nombre capitalista de vocera en vez del de directora de comunicación e imagen porque este último además de cheo, es más largo, si usted hubiese hecho sus declaraciones delante de una prensa libre, donde los periodistas de verdad la inquieten con preguntas incómodas y difíciles de responder como a los que no dejó entrar y a los que calumnió sin derecho a réplica, entonces si merecía su cargo de embajadora en Dinamarca o Luxemburgo u otro país tranquilo y perdido del viejo continente, pero con periodistas amaestrados es muy fácil todo y sin una contraparte que le recuerde que regresar a su país de origen es un derecho humano ratificado también por el gobierno cubano no vale el premio gordo. Lo mejor de todo es que aquí no hay secretos, todo el mundo sabe que usted es una mujer inteligente que llegó a su puesto por su capacidad y talento, como también se sabe (usted incluida), que la decisión de desterrar a Karla Pérez, ni la tomó usted, ni incluso su ministro de relaciones exteriores. Usted y todos nosotros sabemos que Cuba es un estado policial y militar y esa decisión la tomó la seguridad del estado y/o los militares y no el ministerio del cual usted es vocera. Su mérito es hacer muy bien su representación haciendo creer lo increíble de que el MINREX tiene voz propia y ocultando que alguien por encima de su ministerio decidió que usted tenía que salir a dar la cara. Lo demás es muela y baba para llenar pipas y pipas de cerveza, que como ni cerveza hay las llenamos de toda esa baba engañabobos que no engaña a nadie porque cada vez hay menos bobos y menos desmemoriados. Claro que si usted quiere mantener sus esperanzas del puesto que merece tenía que cumplir y lo hizo bien. Yo espero que la premien pronto porque ahora le va a costar trabajo convencer a la gente que los mismos que no dejan entrar a una joven de 22 años a su país de origen y sin cargos ni acusaciones en la justicia cubana quieren unir a las familias, eso es muy contradictorio. También crea un mal precedente que mientras tratan de que los cubanos inviertan en Cuba, ustedes hacen y deshacen con las leyes lo que les da la gana, cosa que siempre han realizado, pero al hacerlo ahora le recuerdan a cada posible inversor la indefensión a que estará sometido si decide llevar sus dineros a Cuba. Estimada vocera, con su alocución acaba de demostrar que las leyes en Cuba son muy flexibles y no valen más que la palabra o el deseo de la seguridad del estado o el tirano de paso. Yo de verdad le deseo que le den el premio ya, aunque sea en un país de poca monta para ver si a los desmemoriados se les olvida su rostro, porque quien sabe si un día no tan lejano pasan buscando a los que como usted por necesidad o por interés le aguantaron la pata a la vaca. Ya puedo imaginar ese nuevo acto teatral tantas veces representado de que seguía órdenes y no podía hacer otra cosa, eso podría eximirla tal vez de su culpa, pero nunca de su responsabilidad. Si de defender al pueblo cubano se trata. ¿Quién los defiende a los cubanos de ustedes? ¿Quién los defiende del hambre endémica que se soluciona con una simple decisión que no se toma porque reduce sus cuotas de poder? ¿Quién defiende a Karla Pérez que también es igual de cubana que usted y que yo?
Me despido deseándole su promoción tan ansiada y más que nada el regreso de Karla Pérez a donde su voluntad de persona libre decida que quiere estar y si es Cuba, que lo sea y que ningún esbirro pueda impedírselo.
Su enemigo,
Oliet Rodríguez